La educación afectivo-sexual en niños y adolescentes

La educación afectivo-sexual en niños y adolescentes
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Artículo revisado por nuestra redacción clínica
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Publicado el
31.1.2024

La educación en la afectividad, y por ende en los sentimientos (tanto propios como los que surgen de las relaciones con otros), puede desempeñar un papel crucial en nuestro bienestar.

La educación en la afectividad implica un conjunto de estrategias educativas que buscan:

  • desarrollar habilidades y comprensiones esenciales, 
  • adquirir competencias emocionales y sociales importantes como el control de impulsos y la expresión asertiva de emociones como la rabia
  • encontrar soluciones creativas a situaciones complejas.

Educación afectiva

Como comentábamos respecto al significado de educación afectiva, nos movemos en el terreno de las emociones y, sobre todo, de la conciencia de las mismas. Las dificultades que surgen a lo largo de la vida de cada uno varían según la edad. Los niños más pequeños pueden tener que lidiar con sentimientos de devaluación, burlas y miedos para luego pasar a la decepción y la preocupación por ser excluidos del grupo de niños.

Todos estos son temas muy importantes, pero a menudo pasan desapercibidos; se susurran en el recreo o en el autobús o incluso se guardan en silencio. La mayoría de las veces, los niños guardan estos pensamientos para sí mismos, reflexionando sobre ellos solos durante la noche, sin compartirlos con nadie. En este contexto, educar sobre la afectividad puede ayudar a que todos estos temas se conviertan en "temas del día".

La educación emocional se enfoca en el desarrollo de la inteligencia emocional y la empatía, así como en la gestión de las emociones y el autoconocimiento. En un proyecto centrado en la afectividad es fundamental considerar también la relación entre afectividad y sexualidad, así como entender las diferencias entre ambas.

Educación afectiva y emocional en la escuela primaria

Ayudar a tu hijo a crecer de manera emocionalmente equilibrada es una tarea compleja. Basándonos en la experiencia clínica con niños y adolescentes, así como en conversaciones con numerosos profesores, se ha observado que en las escuelas hay un número creciente de alumnos que presentan dificultades conductuales y emocionales.

Consideremos problemas como:

  • desmotivación
  • agresión
  • incapacidad para aceptar las reglas
  • acoso y ciberbullying
  • problemas de ansiedad
  • solo por mencionar algunos de los más frecuentes en las escuelas.

En la educación primaria, se fomenta la educación afectiva mediante proyectos que utilizan ampliamente herramientas como cuentos y cuentos de hadas. Estos recursos permiten abordar con delicadeza los sentimientos profundos de los niños, facilitando su identificación con los personajes y ayudándoles a encontrar formas de enfrentar problemas relacionados con su vida cotidiana.

Utilizar cuentos para educar en afectividad crea un entorno en el que el tiempo y el juicio quedan suspendidos, permitiendo así que el niño adopte diferentes puntos de vista respecto a una situación en la que también podría verlos como protagonistas de su propia realidad.

Al hacerlo, los niños se dan cuenta de que las preocupaciones, dudas y miedos que experimentan son compartidos por muchos de sus compañeros. Esto sienta las bases para crear un espacio de discusión en el que:

  • sus problemas tienen voz
  • aprendes a reconocer tus emociones
  • se internaliza el respeto por las reglas y los límites.
  • se potencia la capacidad de entablar relaciones con los demás, potenciando los diferentes aspectos que caracterizan a cada persona.

En ese sentido, la educación afectiva se convertiría en el método por el cual las emociones pueden ser consideradas como verdaderos sujetos disciplinarios, y ya no simplemente como intrusiones irrelevantes dentro del ambiente escolar.

De hecho, solo cuando las experiencias se repiten en el tiempo el cerebro las acepta como hábitos consolidados y recurre a ellas en momentos de frustración, sufrimiento o dificultad. Y aunque el contenido de estas lecciones pueda parecer trivial, el resultado es más importante que nunca para nuestro futuro.

La educación afectivo-sexual es cosa de todos
Foto de Max Fischer (Pexels)

Afecto y sexualidad en la adolescencia

Como nos enseña la psicología de la adolescencia, esta fase de la vida representa una transición muy difícil, quizás la más dolorosa en la historia de un individuo: todo parece momentáneo, ambiguo y precario, y viven los miedos que desgarran la sociedad en la que se encuentran los adolescentes. Hoy, tienen sus raíces en la fragilidad de las relaciones humanas, generando un estado de incertidumbre que puede llegar a ser paralizante.

Dado que las emociones están íntimamente conectadas con la mente y el cuerpo, entendemos que educar en la afectividad y la sexualidad va más allá de la mera conciencia de las características y cambios físicos y somáticos de los que los niños son protagonistas.

Es importante explicar a los niños cuáles son las diferencias entre afectividad y sexualidad para fomentar una mayor conciencia de ellos mismos y de los demás. En este sentido, el foco principal se sitúa en el ámbito de los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la sexualidad: orientación sexual, encuentro con los demás y con el propio cuerpo, miedos (como el miedo al contacto físico), estereotipos de género, riesgos, consentimiento sexual, etc.

Algunos de los programas de educación afectivo-sexual más eficaces en las escuelas secundarias se han desarrollado en respuesta a un problema específico; a saber, el de la violencia. De hecho, es de gran importancia que los niños se den cuenta de que, además de la pasividad y la agresión, existen muchas otras alternativas para gestionar y afrontar los conflictos.

Educar la afectividad para prevenir el acoso, la agresión y la violencia supone poder dar a los niños herramientas para aprender a defender sus derechos sin recurrir a la agresión, a través del autoconocimiento emocional, la expresión de emociones, la empatía y la gestión funcional de las relaciones entre iguales.

Un aspecto que requiere especial atención, estrechamente vinculado a estas capacidades, es el de los resultados escolares. En una época en la que a los niños les resulta tan difícil mirar dentro de sí mismos y comprender sus perturbaciones, concentrarse y contener sus impulsos, todo lo que contribuya a fortalecer estas habilidades es esencial en su educación.

Queda claro, entonces, que cualquiera que trate con niños puede aportar su valiosa contribución a la educación afectivo-sexual: docentes, profesores, entrenadores y, por último, pero no menos importante, los padres.

De hecho, la familia sigue siendo un espacio fundamental donde el niño y luego el adolescente pueden encontrar consuelo con respecto a sus miedos e incertidumbres, experimentar sus primeras interacciones y discutir, a través de un diálogo abierto, cuestiones como la identidad, el respeto, el enamoramiento y las relaciones con los demás.

Necesidades afectivas

Pero ¿qué son las necesidades emocionales? Ya en la primera relación con el adulto de referencia encontramos la génesis de las principales necesidades emocionales primarias universales:

  • tratamiento
  • seguridad
  • autonomía
  • expresión de las propias emociones
  • juego

Las carencias y lagunas que pueden producirse en los siguientes ámbitos crean “heridas” (en los casos más graves pueden provocar verdaderos traumas infantiles) que posteriormente, si se prolongan en el tiempo, pueden dar lugar a alteraciones o perturbaciones de la afectividad como la dependencia emocional. Entonces, ¿cómo pueden satisfacerse estas necesidades?

‍Estabilidad, cuidado y aceptación.

Estas necesidades se satisfacen si el individuo (o el niño, en este caso) percibe que sus cuidadores lo tienen en mente, atendiéndolo de manera afectuosa y sensible. De esta forma, el niño se siente inmediatamente protegido y amado, reconociendo su unicidad.

‍Autonomía, competencia y sentido de identidad.

Estas necesidades pueden satisfacerse cuando uno se percibe a sí mismo como autosuficiente. Dicha autosuficiencia se puede lograr al ser estimulados a enfrentar situaciones desconocidas, manteniendo un sentimiento de seguridad al saber que alguien está cerca y nos apoya, sin llegar a ser intrusivo.

Necesidad de competencia e identidad.

La necesidad de competencia se refiere a la necesidad de poder percibir un sentido de autoeficacia, recibiendo retroalimentación positiva del exterior y, en particular, de las personas que son importantes y significativas para nosotros.

La necesidad de construir un sentido de identidad se satisface cuando uno es capaz de percibirse como "otro" frente a otra persona; es decir, con la propia identidad frente a las figuras de referencia, con los consiguientes espacios, tiempos, intereses y elecciones realizadas de forma independiente y, en este sentido, desconectado de la voluntad y personalidad de los demás.

‍Libertad para expresar tus necesidades y emociones.

Esta necesidad se satisface cuando la expresión de las emociones y afectos no es juzgada ni castigada, sino estimulada, alentada y apoyada por el otro.

‍Límites realistas y autocontrol

Esta es la necesidad de que la pareja imponga reglas, límites y modelos que nos enseñen a tolerar la frustración y controlar los impulsos. Paradójicamente, un adulto que no pone fin a los afectos del niño (sean positivos o negativos) es percibido por el niño como "aterrador", ya que deja al niño o adolescente presa de sus propios pensamientos.

‍Espontaneidad y juego

Para que esta necesidad sea satisfecha debemos vivir un contexto en el que se dé importancia al juego, la fantasía y el ocio, con el objetivo primordial de dar espacio a la imaginación para experimentar nuevos contextos de interacción y desafío personal.

Educar en afectividad y sexualidad es importante para los niños en edad escolar
Foto de Norma Mortenson (Pexels)

‍Afectividad inadecuada y alteraciones de la afectividad

Cuando hablamos de afectividad inadecuada no podemos dejar de tener en consideración todas las alteraciones que pueden afectar al ámbito emocional. 

A continuación, analizamos brevemente estas alteraciones.

Labilidad afectiva

Bajo el término labilidad afectiva se entienden los cambios repentinos de humor que ocurren con frecuencia y presentan matices diferentes o incluso opuestos, como pasar de momentos de extrema positividad a momentos de extremo pesimismo. Sin embargo, cuando observamos una incapacidad para mantener la contención emocional, nos referimos a aquellas situaciones en las que una persona tiene dificultades para gestionar emociones fuertes e intensas, sintiéndose 'impotente' y abrumada ante ellas.

En el extremo opuesto de este continuo se encuentran las situaciones de apatía, que podemos describir metafóricamente como un velo que cubre todas las sensaciones y afectos que una persona podría potencialmente experimentar. Esto lleva a un estado de indiferencia, “frialdad” y neutralidad desarmante hacia todo lo que, en circunstancias normales, provocaría cualquier tipo de emoción

‍Rigidez afectiva

La rigidez afectiva es un fenómeno distinto, caracterizado por una capacidad moderada para modular las emociones. En estos casos, resulta difícil cambiar de una emoción a otra conforme varía el contexto. Por ejemplo, una persona puede permanecer triste incluso en situaciones positivas o divertidas. Esto significa que la persona no logra adaptar su estado de ánimo a las diferentes situaciones, quedando 'atascada' y estancada en su estado emocional previo

‍Disociación afectiva

Por último, pero no menos importante, está la disociación afectiva. Esta alteración se caracteriza porque la persona experimenta una sensación de estar 'desapegada' o 'ajena' a una experiencia que normalmente desencadenaría emociones específicas. Por lo tanto, se produce una discrepancia entre el evento o situación y la emoción que realmente se vive. Un ejemplo de esto sería alguien que relata un evento traumático de manera fría o incluso sonriendo.

Afecto, sexualidad y discapacidad

La afectividad y la sexualidad en la discapacidad emergen como un tema muy complejo. Muchos académicos piensan que los niños con discapacidad no solo están impulsados ​​por los mismos miedos y problemas que los niños sanos, sino que los comportamientos sexuales problemáticos que demuestran no son una consecuencia de su discapacidad, sino de una falta de educación emocional y sexual en su educación.

Además, parece que muchas veces la discapacidad de estas personas no les da la posibilidad de mostrarse como personas que necesitan poseer una identidad sexual, casi como si el déficit negara sus necesidades sexuales. Los prejuicios y el estigma, lamentablemente, todavía están muy presentes en la sociedad, y amenazan así la autonomía de las funciones emocionales y sexuales de las personas con discapacidad, haciéndolas aparecer "asexuadas" y “esclavizadas” a una situación de eterna dependencia.

Entonces, ¿qué soluciones existen para garantizar el respeto de los derechos de las personas con discapacidad? Sin duda, los cursos de educación emocional y sexual son muy importantes para las personas con discapacidad y sus familias; no obstante, también es necesario tener en cuenta una parte práctica, de discusión y contacto con los demás.

El asistente emocional-sexual parece una figura profesional muy útil. Formado específicamente, esta figura profesional ofrecería caminos específicos para cada persona y cada entorno familiar, colaborando en estrecha sintonía con equipos de psicoterapeutas, sexólogos y médicos.

Se trataría de una figura innovadora que podría ayudarnos a redescubrir la dimensión lúdica, relacional y ética de la educación sexual, actuando no solo en el plano sexual de forma meramente "mecánica", sino también promoviendo cuidadosamente la educación sexoafectiva.

Es un viaje cultural que nos recuerda que vivir la sexualidad no debe limitarse solo al acto en sí. Afectividad y sexualidad están intrínsecamente vinculadas y contribuyen a formar la dimensión relacional del ser humano, respetando su diversidad y singularidad.

Afectividad y sexualidad en el espectro autista

El afecto y la sexualidad en el autismo requieren estrategias específicas sobre cómo educar sobre el sexo de forma eficaz, así como buenas habilidades relacionales y comunicativas, áreas que suelen estar muy comprometidas y suelen ser frágiles en las personas con trastornos del espectro autista (si concurre con superdotación intelectual, habría que analizar qué aspectos modificar).

Las principales dificultades que se pueden encontrar suelen estar relacionadas con el hecho de que, a menudo, se manifiestan conductas sexuales inadecuadas, que van desde una mala higiene personal hasta hablar en público de lo vivido, mostrar conductas que provocan repugnancia, no comprender el rechazo o incluso llevar a cabo conductas que involucran áreas del cuerpo o actitudes sexuales.

Estos aspectos colocan a las personas diagnosticadas con autismo en situaciones que van desde el riesgo de cometer delitos sexuales (acecho, exhibicionismo, acoso) hasta la posibilidad de encontrarse con situaciones de violencia y abuso.

Por estos motivos, es fundamental proteger a los niños y adolescentes caracterizados por este diagnóstico, evitando su "infantilización" y adoptando intervenciones que tengan en cuenta su edad cronológica y que puedan promover la autonomía en los principales desafíos personales que la persona enfrentará mediante el manejo de la higiene corporal y el autocuidado.

En este sentido, los programas de educación sexual y afectiva parecen de fundamental importancia y deben introducirse en el proyecto escolar individualizado para que los niños, desde edades tempranas, puedan trabajar estos aspectos y tengan la posibilidad de utilizar herramientas adecuadas en el futuro para gestionar la esfera sexual, emocional y sexual.

Las personas pertenecientes al espectro del autismo necesitan un programa de intervención estructurado, tanto en las relaciones sociales como en las íntimas. Muchas veces, el material sobre educación afectiva que hay en el mercado necesita adaptarse a sus características sensoriales, cognitivas y comportamentales, así como a su edad cronológica.

La intervención psicoeducativa se puede realizar de forma grupal o individual y se basa en:

  • la estructuración de un contexto adecuado: dónde, cuándo, con qué estrategias didácticas concretas (apoyos visuales, técnicas de modelización)
  • en la identificación de contextos realistas

Los temas que se abordan en estos programas de educación afectivo-sexual son las amistades, la intimidad, la fisiología del sistema sexual, el ciclo menstrual y el embarazo, las emociones y miedos, la higiene personal y el cuidado personal, la prevención de enfermedades sexuales, las relaciones sexuales, etc.

Todos estos aspectos contribuyen a que la persona se ubique en un espacio seguro y alcance una mayor realización personal.

Educar en afectividad y sexual desde pequeños
Foto de Ksenia Chernaya (Pexels)

Educación sexual y afectiva: ¿a quién acudir?

Educar sobre el amor y el cariño no es algo sencillo. Entonces, ¿a quién pueden acudir los padres si tienen dificultades para enseñar afecto? La psicología viene muy bien tanto a figuras profesionales como educadores y profesores, como a los propios padres, para favorecer el desarrollo de habilidades afectivas y emocionales en los niños.

En este sentido, la escuela ofrece muchas veces el terreno para el desarrollo de proyectos enfocados, precisamente, a promover estos aspectos. Con la ayuda de psicólogos y psicoterapeutas se implementan programas educativos dirigidos a promover el bienestar emocional de niños y adolescentes.

En el contexto escolar, un curso de educación afectivo-sexual contribuye a un trabajo de "alfabetización emocional" que lleva a los estudiantes a conocer los aspectos más relevantes de sus emociones.

El objetivo es trabajar para fortalecer aquellos aspectos de la inteligencia que favorecen un equilibro emocional. Los niños y jóvenes aprenderán a utilizar herramientas útiles para interpretar y comprender sus reacciones emocionales para hacerlas más adaptativas y funcionales.

Cuando hablamos de afectividad y sexualidad en niños, preadolescentes y adolescentes, la colaboración de sus familias y padres se vuelve sumamente valiosa. 

Las acciones previstas para apoyar a padres y profesores pueden realizarse de diferentes maneras. Veamos de qué forma:

Reuniones temáticas y cursos de formación.

Las reuniones tienen como objetivo crear una mayor predisposición a discutir temas sensibles y dificultades relacionadas con el crecimiento. Los cursos de formación sobre temas delicados se pueden implementar mediante conferencias y debates en grupo.

Consultas psicológicas individuales.

Las consultas psicológicas individuales son útiles para aumentar la conciencia de uno mismo y de las emociones, de los propios recursos y capacidades para resolver problemas.

En particular, el asesoramiento psicológico a los profesores tiene como objetivo apoyarles en el manejo de alumnos "problemáticos" desde un punto de vista conductual y emocional, para garantizar que exista la posibilidad de aprender estrategias y métodos de abordaje que puedan resolver actitudes agresivas e hiperactivas, actitudes apáticas y pasivas, así como aprender herramientas de gestión de conflictos también a través de técnicas de comunicación verbal y no verbal.

Intervenciones psicológicas clínicas con la familia

Este tipo de intervenciones pretenden contrarrestar cualquier disfuncionalidad de la dinámica familiar (conflictos, intercambios comunicativos disfuncionales, separaciones, etc.), tanto a través de entrevistas clínicas como a través de pruebas y cuestionarios psicológicos.
De esta manera, se pueden proteger las relaciones entre padres e hijos que están pasando por fases críticas que conllevan disolución o riesgo, garantizando una intervención para apoyar la crianza funcional. En caso de necesidad, también es posible activar cursos educativos y de formación sobre temas delicados, a través de conferencias y debates en grupo.‍

Un experto puede guiar a niños y adolescentes en la toma de conciencia de sus emociones

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Educación emocional: libros recomendados

Para profundizar más en el tema de la educación afectiva, puedes consultar los siguientes libros:

  • Laboratorio de educación sexual y afectiva. Actividades para escuelas primarias y secundarias inferiores, C. Di Chio, ediciones Erickson.
  • Educar en la afectividad. En la escuela de las emociones, los estados de ánimo y los sentimientos, D. Ianes, ediciones Erickson
  • Crecer emocionalmente competente. Cómo desarrollar habilidades socioemocionales en la escuela, D. Antognazza, ediciones La meridiana
  • La vida afectiva, D. Bruzzone, ediciones Morcelliana
  • Conversaciones de cobalto. El camino sencillo del afecto, C. Mortari, Ediciones La meridiana.

Este texto es una adaptación en español del artículo “L’educazione all’affettività e alla sessualità per bambini e adolescenti” publicado en versión original en el blog de Unobravo.

Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional.

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