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Soledad: qué es, cómo reconocerla y cuándo pedir ayuda

Soledad: qué es, cómo reconocerla y cuándo pedir ayuda
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Publicado el
8/11/2022

A lo largo de la historia, los teóricos de la evolución nos han dicho que el ser humano es un animal social. Nuestros antepasados vivieron en manadas, luego en tribus...y llegamos hasta la actualidad, en la que la sociedad y las instituciones reconocen la individualidad de cada persona como una entidad separada de todas las demás.

Esto significa, en muchos casos, no tener un sentido de pertenencia. Ahora nos encontramos con una proliferación de formas de interactuar, tanto virtuales como físicas. Sin embargo, parece que se ha vuelto mucho más fácil encontrarse inmerso en la propia soledad. ¿Esto es malo? Veamos qué es la soledad, qué valor tiene en la vida de las personas y la influencia que ejerce en sus mentes.

¿Cuándo se habla de soledad?

Hay de quien se dice “es una persona solitaria”, “le gusta estar solo/a” ¿Puede la soledad ser un placer?

Es interesante observar la ambivalente traducción inglesa de soledad: por un lado, se habla de ella como un momento de recogimiento e intimidad, y por otro de la acepción negativa de la palabra en la que se habla de aislamiento. De hecho, la soledad tiene este significado dual, pero a menudo es el lado negativo, el más cercano a la depresión, el que domina al otro. De hecho, buscar la compañía de amigos y familiares es uno de las acciones más recomendadas en las guías prácticas sobre cómo salir de una depresión.

La soledad, también en psicología, se yuxtapone a menudo con el término aislamiento. Una persona puede estar aislada por falta de empatía, sociopatía o trastornos en el establecimiento de relaciones, síndrome de hikikomori, debido a acontecimientos accidentales o a las decisiones de los demás. En general, se puede decir que la soledad crea situaciones incómodas a largo plazo. Es cierto que hay personas más apegadas a su propia intimidad, reservadas y solitarias, pero no es una condición que aporte placer a largo plazo.

La soledad es una condición mental que puede ser constructiva, si se gestiona bien, pero si no es así puede conducir a estados depresivos. En el caso de no ser bien gestionada, la soledad se hace insoportable, crea sufrimiento y también desconfianza en la persona, hasta el punto de entrar en un círculo vicioso en el que se tiene miedo a perder relaciones, pero también a crear otras nuevas, porque se puede sentir un sentimiento de rechazo.

Soledad una pandemia silenciosa
Fotografía de Pixabay

¿La soledad es real o es un paradigma mental?

Es mejor hablar de soledad externa e interna. La soledad puede ser un estado de nuestra vida social o incluso solo una emoción que sentimos, sin retroalimentación real. La soledad "física", a menos que se deba a un trastorno psicológico reconocido, suele durar poco tiempo. Depende del momento de la vida de la persona, de su estado de ánimo, del grado de empatía con quienes le rodean o de otros acontecimientos externos.

La soledad interior tiene tiempos variables que a menudo no terminan hasta que la persona decide pedir ayuda psicológica. Se trata de una condición mental por la que, aun estando rodeado de gente y afecto, no se es capaz de apreciar esta cercanía y estas personas se sienten solas.

No hay que subestimar los síntomas de esta condición. ¿Cómo pueden manifestarse? Con un estado de sufrimiento profundo e inconsciente sobre el que es bueno intervenir inmediatamente. Se puede presentar en cualquier momento del día, de forma indiscriminada, como un trastorno que está ahí y que es imposible de erradicar. Y es que la soledad interior es un estado de sufrimiento al que no se puede poner fin con un chasquido de dedos.

Soledad deseada y soledad no deseada

Por soledad deseada entendemos ese estado de vida en el que una persona se desconecta conscientemente del resto para estar sola. Es un momento íntimo en el que explorar la propia interioridad, una operación muy útil para el crecimiento personal y emocional. En esa condición, si bien la persona está sola no lo percibe como tal.

La soledad no deseada, en cambio, es peligrosa. Es siempre sinónimo de soledad interior, que empuja a la persona a sentirse sola incluso cuando está rodeada de otras, con las que se establecen relaciones superficiales que no permiten sentir comprensión y que dejan la sensación de en realidad no tener amigos. A veces, el dolor surge cuando la persona se aleja temporalmente de las relaciones. Mientras está en compañía, todo parece estar bien, pero el sentimiento de soledad aflora cuando se queda a solas con sí misma. 

Los datos del Observatorio estatal de la soledad no deseada son demoledores. En España se estima que el 11,6% de las personas sufren soledad no deseada (datos del 2016). Durante los meses posteriores a la explosión de la pandemia de la Covid-19, entre abril y julio de 2020, este porcentaje se situó en el 18,8%. En el conjunto de Unión Europea, se estima que unos 30 millones de personas se sienten solas con frecuencia. Y según el Observatorio estatal de la soledad no deseada, numerosos estudios señalan que la soledad no deseada es mayor en los adolescentes y jóvenes, y en las personas mayores. Además, las personas con discapacidad, y otros grupos como las personas cuidadoras, inmigrantes, o las personas retornadas, entre otros, son especialmente susceptibles de padecer soledad no deseada.

A menudo, y es normal, una persona se encuentra sola después de un duelo, un divorcio, cuando se ha sufrido violencia, durante una enfermedad... En este caso, hay que trabajar en el análisis de la causa del sentimiento de soledad, antes de que se convierta en un trastorno que lleve a la persona a sentirse excluida. Son casos que, si no se tratan, pueden conducir a estados de depresión. 

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Síntomas de un estado de soledad interior

Estar en soledad para pensar o hacer lo que se quiera es una cosa; experimentar la sensación de sentirse solo o sentir una profunda soledad es otra. 

Experimentar el aislamiento, la incomprensión, las carencias emocionales y la ansiedad conduce a graves trastornos psicológicos, como la depresión, la ansiedad y los trastornos de las relaciones. Por eso, cuando se experimentan ciertos síntomas es bueno ir al psicólogo.

Entre los síntomas se encuentran algunos sociales, mentales y somáticos:

  • Dificultad para sentir interés por crear vínculos.
  • Inseguridad y sensación de incapacidad.
  • Miedo al juicio de los demás.
  • Percepción del vacío interior.
  • Estrés y ansiedad.
  • Desconcentración.
  • Respuestas inflamatorias del cuerpo.
  • Recaídas frecuentes en dolencias menores.
  • Arritmias.
  • Dificultad para dormir, insomnio
  • Hipertensión.
sentirse solo rodeado de gente
Fotografía de Pixabay

Cuándo pedir ayuda

Es bueno tomar medidas cuando la soledad se vuelve insoportable, cuando se experimenta una sensación constante de sufrimiento que no permite vivir plenamente la vida cotidiana. En este estado es fácil caer en un estado depresivo que solo puede empeorar con el tiempo.

Un psicólogo ayuda a analizar el origen del trastorno y a procesar las experiencias emocionales que lo provocan. El objetivo de la terapia es fomentar la confianza de la persona en sí misma, su autoestima y, por último, en las relaciones interpersonales.

La soledad, al igual que quienes se han habituado a vivir en el pasado, puede convertirse en una condición permanente, un espacio confortable en el que la persona se acostumbre a vivir y, día tras día, se haga más complejo salir de él. Es un círculo vicioso que solo crea más sufrimiento, incluso si, después de un tiempo, la persona que lo sufre se convence de que está bien como está. Hay que ganar confianza propia y en los demás, abrirse y superar el miedo a relacionarse. Solo así se puede salir del estado de soledad interior y reconstruir el sentido de pertenencia al mundo.

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